El hecho de tener un cuerpo, nos enfrenta a todos con un problema estético. A veces la gente es cruel, especialmente cuando es muy joven. Todos hemos conocido el peso de tener un cuerpo que puede corresponder o no a los cánones estéticos de nuestra cultura. En realidad, deberíamos darnos cuenta que la belleza es una dimensión espiritual y sicológica, que no concierne sólo al objeto sino también al modo en que uno lo percibe y se relaciona con él. Una forma se hace hermosa porque es significativa para un observador. Esto es porque coincide con un deseo inconsciente y tiene la facultad de evocarlo. Podemos preguntar el origen de todo esto, cómo es que una imagen se vuelve tan importante, pero lo que cuenta es que en cierto momento ese gesto, esos cabellos, esa voz, esas manos, pueden hacerme arder de deseo. Son la belleza que busco; son lo que coincide con el deseo que el otro evoca en mí.
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